Neville

Semblanza de Neville Goddard

Las palabras de Neville, escritor y conferencista espiritual, conservan su poder de conmovernos después de más de cuarenta años de su muerte. Miles de grabaciones de sus conferencia ahora circulan en línea y en ellas vemos que Neville afirmó con total facilidad lo que muchos encontrarían fantástico: La imaginación humana es Dios y nuestros pensamientos crean nuestro mundo, en El sentido más literal.

Neville Goddard fue quizás el filósofo más sustancia, intelectualmente, y carismático del siglo pasado de lo que conocemos como el Nuevo Pensamiento. Escribió más de diez libros y fue un orador muy popular sobre temas metafísicos desde fines de la década de 1930 hasta su muerte en 1972.

Poseedor de un intelecto autodidacta y extraordinariamente agudo, Neville adoptó una visión espiritual que fue audaz y total: Todo lo que ves y experimentas, incluidas otras personas, son el resultado de tus propios pensamientos y estados emocionales. Cada uno de nosotros sueña con la existencia de una infinidad de realidades y resultados y cuando te des cuenta de esto -enseñó Neville- descubrirás que eres una rama dormida del Creador vestida de forma humana y al mando de posibilidades ilimitadas.

El sistema de pensamiento de Neville influyó en una amplia variedad de pensadores y escritores espirituales, desde el autor más vendido Joseph Murphy, hasta el místico iconoclasta Carlos Castañeda. Ahora tiene un ardiente seguimiento en internet, debido a la proliferación de sus conferencias y libros digitalizados. Más aún, la reputación de Neville crece a medida que sus enseñanzas místicas se relacionan con problemas clave en el debate de la física cuántica actual.

Sin embargo, se sabe poco sobre este maestro espiritual que ejerció una atracción tan inusual en la escena espiritual estadounidense del siglo XX. Neville cultivó un aire de misterio, que ha contribuido a la intriga y a las interrogantes en torno a sus ideas, y de dónde provienen.

El nacimiento de un filósofo

Neville Lancelot Goddard nació el 19 de febrero de 1905 en el entonces protectorado británico de Barbados, en la ciudad de St. Michael, en una familia anglicana de nueve hijos y una hija. Una columna de la farándula de la década de 1950 describió al joven Neville como “enormemente rico” y que su familia poseía “una isla entera en las Indias Occidentales”.

Barbados
Imagen: Inkscape

La verdad fue mucho más sencilla. Neville describió su propia casa familiar inglesa como feliz, pero también humilde. En ella eran constantes los empujones entre los hermanos por la ropa y los segundos platos en la mesa. Neville llegó a la ciudad de Nueva York a la edad de diecisiete años para estudiar teatro, un movimiento que condujo a una exitosa carrera como bailarín de vodevil (un tipo de comedia ligera que se desarrolló en Francia a partir del siglo XVIII y que solía intercalar números musicales) y actor de Broadway. Recorrió América e Inglaterra con compañías de danza. Pero la vida teatral de Neville le daba sólo para comer; él complementaba sus ingresos trabajando como operador de elevadores y empleado de una oficina de envíos.

La ambición del joven intérprete en el mundo de los escenarios comenzó a desvanecerse cuando se encontró con una atractiva gama de ideas espirituales, primero con grupos autodenominados ocultistas y luego con la ayuda de un mentor que le transformaría la vida. En sus conferencias, Neville describió haber estudiado con un rabino con turbante nacido en Etiopía llamado Abdullah. Su reunión inicial, dijo Neville, tuvo un aire de predestinado:

Cuando conocí a mi amigo Abdullah en 1931, entré en una habitación donde él estaba dando una conferencia y cuando terminó su discurso se acercó a mí, extendió la mano y me dijo: “Neville, llegas seis meses tarde”. Nunca había visto a ese hombre antes -entonces dije: “¿Llego seis meses tarde? ¿Cómo me conoces?’ Y él respondió: “Los hermanos me dijeron que ibas a venir y que llegaste seis meses tarde’.

Según el propio Neville, los dos estudiaron hebreo, las Escrituras y la Cabalá juntos durante cinco años, plantando las semillas de la filosofía de la creatividad mental de Neville.

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