La investigación publicada por Cool Wisdom Books expone los siguientes hallazgos:
Según el autor del estudio, la posible identificación de Abdullah no surge de una referencia sin fundamento, sino de un patrón que se vuelve evidente al analizar periódicos, registros civiles y márgenes de censos: una misma figura que reaparece reiteradamente asociada a una dirección concreta.
Durante décadas, la figura del mentor de Neville Goddard ha permanecido envuelta en el terreno del rumor y la tradición oral: un rabino “etíope” versado en la Cábala, un judío negro que leía las Escrituras y las transformaba en enseñanza viva. La dirección facilitada por Neville —30 West 72nd Street— aparece en la investigación como un punto clave. Aunque inicialmente prometía una respuesta clara, durante años condujo a una búsqueda errática, llena de pistas falsas, hasta que los indicios comenzaron a converger.
La investigación se detiene especialmente en el uso del término “Etiopía”. Neville nunca lo afirma de forma categórica; lo presenta con expresiones atenuadas como “así me dijeron” o “me dijeron que nació en Etiopía”. El testimonio de Winifred Flood, otra estudiante de Abdullah, resulta aún más impreciso al referirse simplemente a “África”, mientras que Joseph Murphy lo describe como “un judío negro de Israel”.
El estudio subraya que, en el contexto cultural afrodescendiente de las décadas de 1920 y 1930, “Etiopía” funcionaba tanto como símbolo como lugar geográfico. El término era utilizado como una abreviatura de origen africano y soberanía espiritual, inspirada en pasajes bíblicos como el Salmo 68:31 y reforzada por el hecho histórico de que Etiopía fue el único estado africano que resistió el dominio colonial europeo.
En iglesias, logias y círculos fraternales de la época, “Etiopía” podía significar simplemente “de África”, sin aludir necesariamente a una región específica. Interpretado de este modo, el rastro documental deja de dispersarse y comienza a adquirir coherencia.
A partir de esta reinterpretación, la investigación sitúa un punto geográfico concreto como inicio de la línea de evidencia: Atlantic City.
En apoyo a ello, el estudio cita la conferencia de Neville Goddard “I AM in You” (1968), en la que Neville relata un episodio contado por Abdullah ocurrido en Atlantic City, donde este rechaza una oferta económica destinada a causar daño a otra persona, reafirmando que “Dios es amor, solo amor”.
Para Cool Wisdom Books, este testimonio no es una simple anécdota, sino un elemento clave, ya que ubica a Abdullah en un lugar y momento específicos, coincidentes con los registros históricos asociados al Dr. Modeste Abda’llah Guillaume. En conjunto, estos datos refuerzan la hipótesis central de la investigación: que Abdullah no fue una figura legendaria ni simbólica, sino una persona histórica real, identificable y coherente con la documentación disponible..

La investigación señala que, entre 1908 y 1923, los periódicos de la costa este repiten de forma insistente un mismo nombre: Modeste Abdallah Guillaume, que aparece bajo diversas variantes —G. M. Abdallah, Dr. Abda’llah, Prof. Abda’llah—, siempre asociado a la misma ciudad y a la misma dirección.
Según los registros de prensa, Guillaume dirige un Conservatorio Bel Canto en 1708 Arctic Avenue, donde anuncia pruebas de voz, recitales y un pedigrí musical vinculado a Lamperti. Con el paso del tiempo, su actividad pública adopta un cariz cada vez más singular: comienza a ofrecer círculos, demostraciones y clases que prometen la “ciencia del Ser”, el “dominio del control”, los “libros misteriosos de Moisés” y la materialización de lo invisible. Afirma poder demostrar fenómenos espirituales e invita abiertamente a científicos cristianos, seguidores del Nuevo Pensamiento, psíquicos, pensadores, estudiantes y académicos.
El estudio documenta que Guillaume funda una iglesia con un nombre revelador —“La Iglesia de la Religión del Amor y Fenómenos Espirituales, Inc.”— y que, desde la misma dirección de su estudio, opera una Escuela de la Gran Luz Mental. En ese contexto cultural, el significado de los “libros misteriosos de Moisés” resulta inequívoco. No se trata de la tradición cabalística académica asociada a Luria en Safed, sino del corpus popular del Sexto y Séptimo Libro de Moisés: salmos, sellos y nombres divinos integrados en la “ley” del Nuevo Pensamiento y escenificados como demostración práctica. En otras palabras, una cábala popular fusionada con la ciencia mental, enseñada y transmitida como una forma viva de Escritura.
La investigación subraya que este perfil coincide de manera exacta con el tipo de enseñanza que Neville Goddard atribuiría más tarde a su propio maestro.
Los documentos comienzan entonces a cerrarse en torno a esta figura. El censo de 1920 sitúa a Modeste Guillaume y a su esposa Cora Contee Guillaume en 1708 Arctic Avenue. Él aparece registrado como profesor de música, de 49 años, nacido en Argel, y el hogar incluye a un inquilino marroquí. Los anuncios de prensa permiten reconstruir su calendario profesional: entre 1905 y 1919 figura como profesor de bel canto formado en Lamperti y París; entre 1920 y 1923 aparece ya como profesor espiritual, impartiendo conferencias dominicales a las ocho de la tarde y clases entre semana.
Las columnas locales mencionan de forma recurrente a quienes colaboran con él en los trámites y actividades: Bessie B. Payne y Elizabeth M. Maconochie, mujeres que también aparecen vinculadas a presentaciones cercanas de Unity y del movimiento espiritualista. La red que se articula a su alrededor —lectores de Unity, buscadores del Nuevo Pensamiento, espiritualistas y músicos— es, según la investigación, la misma que más tarde nutrirá a los estudiantes de Neville Goddard y Joseph Murphy.
Y entonces, en la prensa de Atlantic City, el 8 de octubre de 1923, el rastro público se interrumpe de forma abrupta.
Durante más de una década, Guillaume había sido una presencia constante: avisos semanales, anuncios de conservatorio, incorporaciones eclesiásticas, convocatorias de sesiones espirituales. De pronto, no hay nada. No aparece un obituario, ni un recital de despedida, ni explicación alguna. Solo silencio.
Sin embargo, la investigación subraya que ese silencio no es vacío. El rastro documental continúa en segundo plano. En el censo de 1930, Cora Contee Guillaume figura en 1709 Disston Avenue, registrada como casada —no viuda—, viviendo con su madre, Ella Contee. En 1940, se declara viuda, un cambio que el estudio interpreta menos como una confirmación tardía de fallecimiento y más como una conveniencia social, especialmente teniendo en cuenta su activa participación posterior en la Iglesia A.M.E. Zion.
Finalmente, la investigación destaca un dato particularmente persistente: un aviso de gravamen fiscal fechado en agosto de 1966 que menciona a “G. M. Abdallah, también conocido como Guillermo M. Abdallah”, vinculado nuevamente a 1709 Disston Avenue, casi cuarenta y tres años después de su última aparición pública en la prensa. Sea cual fuera su destino personal, el nombre de Abdallah permaneció activo en los registros de propiedad de Atlantic City durante décadas, reforzando la tesis de que no se trató de una figura legendaria, sino de una presencia histórica real y documentable.
La investigación continúa situando un punto decisivo en septiembre de 1923, cuando The New York Times informa de que W. Henri Zay, barítono y pedagogo vocal, adquiere el edificio de 30 West 72nd Street a la familia Morgenthau con el propósito de trasladar allí su estudio. Zay no era un profesor cualquiera. Pertenecía a la línea Lamperti —a través de William Shakespeare, alumno directo de Francesco Lamperti—, era autor de Practical Psychology of the Voice and Life y un antroposofista comprometido, miembro de un reducido círculo de lectores de Rudolf Steiner en Nueva York, integrado en su mayoría por cantantes.
Bajo la dirección de Zay, la casa adosada de la calle 72 Oeste se transforma en un espacio híbrido: invernadero durante el día, salón esotérico por la noche. Entre 1925 y 1931, el edificio alberga de facto a la Sociedad Antroposófica de Nueva York, con conferencias, euritmia y pequeñas publicaciones, mientras que las salas se subarriendan a congregaciones espiritualistas, clases de astrología y curación, servicios de mensajes espirituales y, ocasionalmente, médiums de renombre. Tras la muerte de Zay en 1927, su viuda, Eileen Zay, mantiene el edificio activo mediante clases y subarrendamientos.
Con el tiempo, la dirección pasa a conocerse como el Emmy Heiss Memorial Center. El Salón Nº 1 —un auditorio— es utilizado por la Primera Iglesia Espiritualista y la Iglesia Espiritual Cristiana, mientras que las noches de la semana se dedican al Desarrollo Psíquico, la Numerología, los Métodos de Curación y las Ciencias Ocultas. A finales de la década de 1920, los anuncios enumeran a Robert Héctor y, poco después, al célebre Arthur Ford entre los médiums destacados. Para la investigación, resulta difícil imaginar un entorno más adecuado para la llegada de un místico barítono que había enseñado los libros de Moisés, la Biblia y la ley mental en Atlantic City.
En este contexto, el estudio devuelve la atención a Neville Goddard y a su testimonio sobre ese mismo edificio. En su conferencia “Gift Bestowed by God” (1971), Neville relata una experiencia vivida en 30 West 72nd Street, afirmando que Abdullah residía allí y que fue en ese lugar donde recibió la célebre afirmación: “Estás en Barbados”, sin que Abdullah ofreciera explicación alguna.
Según el relato de Neville, Abdullah ocupaba el primer piso del edificio durante el periodo en que Neville vagaba por el Upper West Side sin un trabajo estable, impartiendo conferencias en círculos rosacruces, a comienzos de la década de 1930, en plena Gran Depresión. Neville afirma haber estudiado con Abdullah día tras día durante años, señalando que rabinos acudían a sentarse con él, que dominaba el hebreo y que enseñaba la Cábala como una psicología de las Escrituras, interpretando a los patriarcas como estados de conciencia y a las letras como arquitectura espiritual.
Uno de los recuerdos más vívidos de Neville relacionados con Abdullah está ligado a la ópera. En varias ocasiones relató cómo Abdullah lo llevó al Metropolitan Opera un Viernes Santo para escuchar Parsifal de Wagner. En una sesión de preguntas y respuestas titulada “Abdullah: How We Got Together”, Neville describe cómo Abdullah compraba entradas directamente en taquilla, exigiendo asientos centrales en las primeras filas, sin que nadie cuestionara su petición.
Lo que más sorprendió a Neville no fue solo la música, sino el hecho de que Abdullah, un hombre negro en la Nueva York de la Depresión, pudiera actuar con tal autoridad y ser atendido sin objeciones. La investigación sostiene que este detalle deja de ser enigmático cuando se reconoce que Abdullah pertenecía a ese mismo mundo. Era barítono, formado en la escuela Lamperti y anunciado públicamente como director de un Conservatorio Bel Canto.
Además, no se trataba de un caso aislado. Una de sus alumnas en Atlantic City, la Sra. Reid, fue descrita como “una cantante dulce” y reconocida como antigua estudiante de Marie Selika Williams, la célebre soprano negra que actuó en la Casa Blanca en 1878. En este sentido, la enseñanza de Abdullah se inscribe en un linaje operístico afroamericano consolidado, que ya había reclamado espacio en los escenarios más exclusivos del país. Desde esta perspectiva, el episodio de Parsifal deja de ser una anomalía.
El núcleo pendiente de resolver es, entonces, la identidad: ¿quién era exactamente Abdullah?
La investigación concluye que los hábitos documentados del Abdallah de Atlantic City encajan mejor que cualquier título formal. No se comporta como un rabino ordenado, sino como un maestro espiritual del Nuevo Pensamiento, que emplea salmos, nombres divinos, sellos y la “Ley” como instrumentos para sanar, prosperar y demostrar principios. Sus anuncios de Atlantic City anticipan con precisión el vocabulario posterior de Neville: Moisés como método, la Ley como conciencia, la prueba como pedagogía.
Su desaparición pública coincide con la compra y rápida esoterización de 30 West 72nd Street. Su formación Lamperti conecta directamente con la línea Lamperti de Zay, uniendo a dos barítonos a través de un mismo edificio. Y, a diferencia de otros candidatos propuestos en el pasado, los registros no presentan una contradicción definitiva —como una fecha de fallecimiento incompatible—, sino que mantienen su nombre activo en los libros fiscales de Atlantic City durante décadas.
La evidencia sugiere que Abdullah no apareció de forma repentina en el Upper West Side. Procedía del norte de Atlantic City, donde la comunidad negra había construido sus propios hoteles, escuelas y salas de música al margen de las restricciones raciales del paseo marítimo. Desde 1708 Arctic Avenue, con su Conservatorio Bel Canto, y 1709 Disston Avenue, aún vinculado a su familia, se trasladó —o enseñó— en West 72nd Street, en una casa ya entretejida con estudios de voz, círculos steinerianos e iglesias espiritualistas.
En ese entorno, un barítono judío negro podía enseñar las letras hebreas como estados de conciencia, llevar a un joven bailarín hambriento a escuchar Parsifal y pronunciar la frase que marcaría una vida entera: “Estás en Barbados”.
Vista en conjunto, la secuencia encaja con precisión: nacido hacia 1871 en Argel, inmigrado en 1895, naturalizado en 1902, activo en Atlantic City entre 1905 y 1923 como cantante, maestro y expositor de los libros de Moisés, seguido por el prolongado capítulo del Upper West Side que Neville recordaría con tanta claridad. No se trata de la historia de un rabino desaparecido, sino de la de un barítono que enseñó la Biblia como respiración, que llevó una Cábala popular desde Arctic Avenue hasta Central Park West y que, durante algunos años decisivos, hizo cantar el texto sagrado en la década más dura del siglo.
La investigación de Cool Wisdom Books no propone una identificación basada en tradición oral ni en analogías superficiales, sino en una convergencia documental sostenida en el tiempo. Cuando se colocan todos los elementos sobre la mesa —registros de prensa, censos, direcciones, redes sociales y coincidencias pedagógicas— la figura que emerge con mayor coherencia histórica es la de Modeste Abda’llah Guillaume.
Guillaume aparece documentado durante casi dos décadas como barítono formado en la línea Lamperti, maestro de canto, fundador de un Conservatorio Bel Canto y, de manera cada vez más explícita, como instructor espiritual que enseñaba los “libros de Moisés”, la Biblia como método psicológico y la Ley como principio demostrable. Ese lenguaje, ese enfoque pedagógico y esa fusión entre Escritura, demostración y conciencia coinciden punto por punto con la enseñanza que Neville Goddard atribuyó a su maestro Abdullah.
La cronología refuerza la hipótesis. La desaparición pública de Guillaume en Atlantic City en 1923 se sincroniza con la transformación esotérica de 30 West 72nd Street, el mismo edificio donde Neville sitúa a Abdullah pocos años después. No se trata solo de una dirección compartida, sino de un ecosistema idéntico: estudios de voz, círculos steinerianos, iglesias espiritualistas, ciencia mental, médiums y pedagogía simbólica. Es, precisamente, el tipo de entorno en el que un barítono judío negro formado en Lamperti podía enseñar Cábala práctica, moverse con autoridad en la ópera y ejercer como maestro sin ostentar un título rabínico formal.
El comportamiento también encaja. Abdullah no actúa como un rabino académico, sino como un maestro de demostración, alguien que exige pruebas, que enseña mediante experiencia directa y que utiliza la Escritura como tecnología de conciencia. Ese perfil coincide con los anuncios, conferencias y métodos atribuidos a Guillaume en la prensa de Atlantic City. Incluso los detalles aparentemente anecdóticos —la ópera, el dominio del espacio social, la autoridad natural— dejan de ser misterios cuando se reconoce su pertenencia a un linaje operístico afroamericano real y documentado.
Frente a otras hipótesis propuestas en el pasado, esta identificación no tropieza con contradicciones insalvables. No aparece una fecha de defunción incompatible, no hay saltos geográficos inexplicables, ni vacíos documentales absolutos. Al contrario: el nombre Abdallah permanece activo en registros fiscales décadas después de su última aparición pública, lo que sugiere continuidad, no desaparición.
En este sentido, la investigación no presenta a Abdullah como una figura mítica, simbólica o deliberadamente velada, sino como un hombre histórico que cambió de escenario, redujo su visibilidad pública y transmitió su enseñanza de forma directa e intensiva a un círculo reducido de estudiantes, entre ellos Neville Goddard. Lejos de desmitificar la relación, esta lectura la ancla en la realidad, mostrando cómo una tradición viva pudo transmitirse fuera de las instituciones formales, en estudios, salones y apartamentos del Upper West Side.
Así, la pregunta deja de ser si Guillaume pudo ser Abdullah y pasa a ser qué otra figura documentada encaja mejor con todos los datos disponibles. A la luz de la evidencia reunida, Cool Wisdom Books sostiene que no se trata de dos hombres distintos unidos por coincidencias fortuitas, sino de una misma vida observada desde dos momentos y dos nombres: el barítono y maestro espiritual de Atlantic City y el enigmático Abdullah que transformó para siempre la comprensión de la Biblia en Neville Goddard.
